Recuerdas cuándo fue la última vez que sonreíste? La última vez que sentiste que tu vida estaba bien y que estabas en el lugar que querías. Quizá deberías preguntarte si la vida que llevas es la que realmente deseas y si las acciones que tomas día a día te acercan a esa meta. Tal vez es momento de preguntarte si eres feliz.
¿Qué te hace feliz? ¿Qué te llena realmente?
Imagina vivir en un país en dónde la felicidad de los habitantes fuera tomada en cuenta por el gobierno. En donde la economía y la felicidad tuvieran la misma importancia. Parece algo difícil o imposible de creer, casi sacado de un cuento.
Sin embargo, entre las montañas nevadas del Himalaya, a más de 6,000 metros de altura y un poco más cerca del cielo que el resto de nosotros, se localiza un pequeño país que tiene como vecino al Tíbet. Entre rocas y nubes, se encuentra el pueblo de Bután. En esta región el cielo sorprende por su color que no ha sido apagado por la contaminación y el aire fluye al igual que la alegría de cada uno de sus habitantes. Por algo, la gente de Bután es verdaderamente feliz. Una felicidad que se hace presente y que es fundamental para vivir.
Pero, ¿cuál es el secreto de esta felicidad tan soñada por muchos, pero alcanzada por pocos? El pueblo de Bután ha logrado encontrar el balance entre la modernidad y sus raíces, algo muy difícil de preservar en el mundo globalizado que se vive el día de hoy. Para nosotros puede resultar impensable el hecho de no tener ningún tipo de contacto con medios masivos de comunicación como la televisión e Internet.
Pero éstos estuvieron prohibidos en Bután hasta 1999, año en el que el rey Jigme Singye de dicha nación confesó que la modernización era necesaria, siempre y cuando se usara bien y no se perdieran los valores tradicionales. Así Bután se convertía en uno de los últimos países en aceptar estos medios.
Con una práctica budista que llegó al territorio en el siglo VII, los habitantes conservan su espiritualidad y el balance en sus vidas. Alejados del consumismo, pueden mantener sus mentes enfocadas en disfrutar las cosas que sí tienen y no pensar en lo que les falta. Con un ritmo de vida distinto al que se vive en las grandes ciudades donde la vida es muy acelerada, en Bután la gente puede estar tranquila, lo que disminuye el estrés y permite disfrutar más del tiempo que se tiene. Son también muy observadores y han sabido aprovechar lo mejor de otras naciones para formar su propia constitución, además de contar con un código civil basado en el budismo.
Con el budismo como inspiración se miden nueve pilares: bienestar psicológico, educación, salud, distribución del tiempo, cultura, calidad del gobierno, relaciones sociales, ecología y vivienda. De esta forma se puede comprobar que la misma población es quien reconoce su felicidad.